miércoles, 30 de junio de 2021

NUBLADO

Soledad tardía,
que de atisbos impera,
con escalofríos dulces,
el roce que nos antela.
Que de bruces a ti acude,
el fuego interno todo el día.

Levedad de mi ensueño,
de nubes tristes,
de hondo anhelo,
dame el consuelo
de saber que firme persistes
ante un nuevo comienzo.

sábado, 6 de junio de 2020

ARIETE

Vendado corazón,
Que sin coraza,
Tú me has vendio.

Y es que su cara en mi alma,
De tan cara de olvidos
Cede, en cada suspiro.

Siempre dices lo que sientes,
Sin sentir lo que el silencio dice,
Al navegar en tus lagos grises.

Y entre el destierro y tu olvido,
Imploro me des tierras,
Y olvides lo ya vivido.

Para jamás culpar al tiempo,
Y en vida y en muerte,
No culparte en los días.

Porque te amo tanto,
Que con poco mi sol brilla.
Y sin querer,
te quiero todavía.

Emman.

viernes, 22 de mayo de 2020

LOS CONTEMPORÁNEOS Y EL TEATRO


LOS CONTEMPORÁNEOS Y EL TEATRO

Si tiene alguno, el remedio del teatro en México 
está en crearle un ambiente nuevo, 
hacerle respirar un aire puro,
desatarlo de una falsa 
tradición,
hacerlo recorrer un 
camino de orden clásico,
renovar su 
material humano,
sus útiles 
materiales y crearle amistades jóvenes,
vivientes que formen 
su nuevo público.[1]
Xavier Villaurrutia
El siglo XX en México fue un tiempo de cambios. En la cultura hubo una constante transformación en torno a las artes. Se experimentó principalmente en la pintura, artes plásticas y la literatura, abordando estéticas norteamericanas y europeas, buscando una renovación social, política y cultural. Provenientes de una revolución, este movimiento experimental buscó universalizar su propio contexto social, creando así a los Contemporáneos en 1928, grupo conformado por jóvenes intelectuales mexicanos que se dedicaron a difundir muchas de las innovaciones del arte y la cultura en la sociedad mexicana. La mayoría de sus integrantes eran de clase media alta, autodidactas, con cargos políticos, viajeros y políglotas. Fueron quienes direccionaron el curso intelectual y cultural del país, siendo un grupo de artistas incomprendidos y con visiones occidentales novedosas. De entre sus principales exponentes se encuentran Carlos Pellicer, Jaime Torres Bodet, Bernardo Ortiz de Montellano, Enrique González Rojo, José Gorostiza, Elías Nandino, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen y Jorge Cuesta. Este grupo intelectual se consolidó gracias a la apertura cultural e intelectual de la posrevolución.
Los Contemporáneos nacieron en oposición al Estridentismo, vanguardia mexicana creada en 1922. Tanto Estridentistas como Contemporáneos tenían una actitud distinta frente a su labor artística, lo que se traduciría en un enfrentamiento que rebasaría los límites de lo meramente literario y aunque ambos grupos buscaban innovación intelectual, en palabras de Luis Mario Schneider:
Los Contemporáneos se aclimatan en la cultura de la continuidad; lejos de decapitar la historia, logran dar un machetazo a la tradición. Más aún: enjuiciarla, estudiarla y reconocerse en ella implicaba para el grupo una autoafirmación y a la vez era un índice que los reconocía en sus aspectos y sus logros. Eran absolutamente historicistas, lo cual es comparable en la mayoría de sus ensayos, en sus repasos sobre la literatura mexicana, en esa reiterada metodología de resumir el proceso creador nacional desde la Colonia, pasando por el siglo XIX, hasta inscribirlo en los primeros años de este siglo para finalmente señalar su propia casa, el sitio que les correspondía.[2]

Para estos años el teatro tradicional en México estaba influenciado por obras españolas y mexicanistas, cuyas representaciones simbolizaban el carácter nacional y las nuevas visiones políticas y sociales provenientes de la Revolución. Los Contemporáneos como vanguardia buscaban acrecentar sus realidades, el también llamado “grupo sin grupo”, fueron personas alejadas de las visiones sociales ya establecidas en el país, dotando a las manifestaciones artísticas con una visión europea, alejando lo nacionalista y creando una literatura diferente a la ya consolidada en México. Dedicados a diferentes oficios y con diferentes personalidades, destacaban sus individualidades que plasmaron en sus obras, buscando el significado de la trascendencia; traducen obras de autores como Jean Cocteau, Jules Supervielle, Samuel Beckett, Eugene O'Neill, John Millington Synge, entre tantos más para consolidar una nueva forma de hacer teatro, creando así el Teatro Ulises.
El “grupo sin grupo” logró formar un estilo único y diferente en las vanguardias mexicanas.[3] En el Teatro Ulises se buscó un cambió en la dramaturgia del país, buscando más un contenido sensible y estético que una actuación inspiradora, influenciados por el teatro francés (Théâtre de l'Atelier), con escenografías al estilo de Picasso, musicalización de compositores como Darius Milhaud y diseños de vestuario de Coco Chanel, el Teatro Ulises se conformó en El Cacharro, ubicado en Mesones 42, en la Ciudad de México, de enero a marzo, y de mayo a julio, en el teatro Virginia Fábregas. Los Contemporáneos buscaban experimentar y revolucionar el teatro en México, principal medio de difusión en el país; realizaron experimentos tanto en la escenografía con Julio Jiménez Rueda como en la dirección con Celestino Gorostiza. En la escenografía estaban Manuel Rodríguez Lozano y Julio Castellanos, así como Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Gilberto Owen, Andrés Henestrosa, Clementina Otero, Lupe Medina, Ricardo Ortega, Isabella Corona y Antonieta Rivas Mercado como actores.   
El papel de Antonieta Rivas Mercado en este proyecto fue trascendental, convirtiéndose en la principal base impulsora en el grupo, siendo una mujer con gran conciencia intelectual se mantuvo constante en las actividades culturales. Por una parte, se desempeñó como promotora en las artes, rivalizando con semejantes como Alma Reed (estadounidense), Victoria Ocampo (argentina) y Eva Sikelianos (griega) por la difusión de pintores mexicanos como Manuel Rodríguez Lozano, Julio Castellanos y Roberto Montenegro. Promovió exposiciones de artes plásticas y pintores jóvenes y junto a Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Gilberto Owen, Jorge Cuesta, Agustín Lazo y Malú Cabrera, en una tarde mientras se reunían a tomar café conformaron el teatro y la revista Ulises.  
Cabe señalar que su puesta en escena no fue bien valorada y la audiencia era poca, pues buscaban alejarse de las obras tradicionales en México, permitiendo una vertiente vanguardista del teatro en el país. Se presentaron seis obras en cuatro programas, la primera de ellas fue Simili de Claude Roger-Marx, obra en un acto y traducida por Gilberto Owen. La puerta resplandeciente de Eduard Jhon Noreton, con la traducción de Enrique Jiménez Domínguez y ambas piezas dirigidas por Julio Jiménez Rueda. Posteriormente le siguieron Ligados, de Eugene O’Neill y cuyo traductor, escenógrafo y director se desconocen. Orfeo, de Jean Cocteau, traducida por Corpus Barga y causando polémica por su contenido provocador. Peregrino, de Charles Vildrac en traducción de Gilberto Owen.  El tiempo es sueño, de Henri Lenormand, traducida por Rivas Mercado, Celestino Gorostiza y bajo la dirección de Xavier Villaurrutia conformaron seis puestas en total, con dos funciones de cada una, evidenciando su interés en autores que les apasionaban pues ellos mismos eran los encargados de traducir dichas obras. Aunque la recepción no fue la que esperaban, tras su fracaso en las puestas en el Teatro Fábregas, finalizaron sus funciones en El Cacharro el 6 y 7 de junio de 1928, con la función de El tiempo es sueño, realizada en seis actos.
Se piensa que el fin del Teatro Ulises se debió a la situación económica de sus integrantes y al fracaso que tuvieron en el Teatro Fábregas. Fabienne Bradu[4] vincula otro factor al cese de las funciones y consiste en los celos que Manuel Rodríguez Lozano tenía por la relación amistosa y cada vez más cercana de Antonieta Rivas Mercado con Salvador Novo y Xavier Villaurrutia. Algunos de sus integrantes ni siquiera se enteraron de dichos acontecimientos debido a sus actividades en el ámbito intelectual, Gilberto Owen fue invitado por el gobierno de Plutarco Elías Calles como diplomático en Estados Unidos, algunos otros se enfocaron en sus obras y proyectos individuales; provocando que la crítica especulara y comentara acerca del fin de las puestas en escena.
El Teatro Ulises fue un movimiento experimental que cimentó las bases del teatro moderno en México y la vanguardia teatral e intelectual, sus integrantes fueron los principales líderes de los cambios culturales y artísticos del país en el siglo XX.


BIBLIOGRAFÍA

Bradu, Fabienne. Antonieta (1900-1931). México: FCE, 1991.
Bradu, Fabienne."Antonieta Rivas Mercado y el Teatro Ulises." Revista de la Universidad de México. No, 486, julio 1991.
Schneider, Luis Mario. Fragua y gesta del teatro experimental en México. Teatro Ulises. Escolares del viento. Teatro de Orientación. México: UNAM-Eds. Del Equilibrista, 1995.
Schmidhuber de, l. M. (1989). El advenimiento del teatro mexicano (1923--1938): Anos de "esperanza y curiosidad". spanish text] (Order No. 9019868). Available from ProQuest Dissertations & Theses Global. (303690502). Retrieved from
http://www.bidi.uam.mx:8331/login?url=https://bidi.uam.mx:8889/docview/303690502?accountid=37347
Sheridan, Guillermo. Los Contemporáneos ayer. México: FCE, 1985.
Villanueva, Rebeca Barriga, et al. Los Contemporáneos En El Laberinto De La Crítica. Edited by Rafael Olea Franco and Anthony Stanton, 1st ed., vol. 2, Colegio De Mexico, 1994. JSTOR, www.jstor.org/stable/j.ctv6jmwr3.
Villaurrutia, Xavier. Textos y pretextos. México: Ediciones Casa de España, 1940.



[1] Villaurrutia, Xavier. Textos y pretextos. P. 187.

[2] Schneider, Luis Mario. “Contemporáneos: la vanguardia desmentida”, en A. A. V. V. Los Contemporáneos en el laberinto de la crítica. p. 17.
[3] Sheridan, Guillermo. Los contemporáneos ayer. p. 37
[4] Bradu, Fabienne. Antonieta, 1900-1931. p. 245.

martes, 24 de marzo de 2020

AYRE

Ayer se equivocó la noche,
Y sobre sus lágrimas hizo un jardín.
Ayer se le olvido a la noche
Y el velo de amor no alcanzó a repartir. 

Y yace blanca en su río de sombras.
Y el viento le acaricia y la consola. 

Ayer la noche fue seducida,
Y desplegó su cuerpo en un mar azul.
Ayer la noche lloró sobre mis hombros
Y por mis mejillas escurrieron sus sueños. 

Y en suspiros despertó desamparada.
Y entre cánticos seco su tristeza. 

Puedes irte noche triste y no importa,
Porque queda luz donde hubo un fulgor,
Y aunque el día turbio hoy nos separa,
Serás siendo mía, sin ser mío tu amor. 

Ayer me encontró la noche
Y sediento mi ser agua clara me brindó.
Y ayer le platique a la noche
Que por tu amor toda la vida es poca. 

Y en su desfallecer me brindó cobijo,
Y yo antes del alba te bendigo,
Pues tu amor acarició mi faz,
Y es mi alma quien anhela tu felicidad. 

Emman.

martes, 10 de marzo de 2020

Un cuarto de hotel y Octavio Paz


La poesía de Octavio Paz ha sido reconocida por críticos y escritores en todo el mundo. Escritor del pensamiento, de la emoción y el entusiasmo, no sólo porque en ella plasma con precisión la esencia de las palabras, sino por el ingenioso juego con ellas y su estilo metafórico, el cual logra significar los sentimientos humanos, manteniendo una relación cercana entre su poesía y sus experiencias personales, aun cuando se trata de temas radicales como la muerte, el amor, la vida e introspectivos como el vacío y la existencia. De esta forma, en el poema “Cuarto de hotel” podemos encontrar una de las más grandes inquietudes del poeta: el tiempo, la memoria y la vida que ya se ha vivido.
En una etapa en donde los problemas sociales predominaban en México y España, lugar al que fue invitado al Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, le motivan a crear la revista Taller en 1938, periodo en el que escribe el poemario Puerta condenada (1938-1946) y escribir sobre las problemáticas del provenir del ser humano, en donde se encuentra “Cuarto de hotel”. En el poema, dividido en tres partes, hace una exhortación a la luz, ese espectro de flujo luminoso que dispone de sensibilidad al ojo humano y busca la redención de momentos que ya han pasado, Paz escribe buscando significar el recuerdo como un fantasma, que se transforma en nubes, cuerpos, olas y playas:

[…] ¿Yo soy ese
que baila al pie del árbol y delira
con nubes que son cuerpos que son olas,
con cuerpos que son nubes que son playas?

Como podemos apreciar, Paz, juega con la forma en la que atisba sus recuerdos, en sus imágenes refleja lo que bien podría ser un encuentro erótico con aquel cuerpo acuático femenino, como también podemos apreciar en el poema “Bajo tu clara sombra” en donde lo describe con mayor intensidad:

Toca tu desnudez en la del agua,
desnúdate de ti, llueve en ti misma,
mira tus piernas como dos arroyos,
mira tu cuerpo como un largo río,
son dos islas gemelas tus dos pechos,
en la noche tu sexo es una estrella,
alba, luz rosa entre dos mundos ciegos,
mar profundo que duerme entre dos mares.

Paz, describe un cuerpo femenino mediante imágenes relacionadas con el agua y la luz del amanecer. Así en “Cuarto de hotel” se vislumbra un cuerpo que “canta el agua, / la nube y vuela, el árbol y echa hojas, / un cuerpo” que “se despierta y le contesta.” El uso de la pregunta retórica responde a sus deseos por la remembranza debido a que le quema y lo persigue como un fantasma. El tiempo en el discurso poético se detiene, el presente, pasado y futuro se calcinan por ese momento de añoranza. Debido a que “no importan siglos ni minutos” cuando se atesora en la memoria un momento, haciendo alusión a que el tiempo del sol “es tiempo” nuestro y en nosotros recae como “gota de sangre o fuego: parpadeo.” Simbolizando la paz e intranquilidad que la memoria y el tiempo figuran en el ser humano, también descrito en “Piedra de sol” donde el recuerdo femenino a través del tiempo se mantiene “como la nube por tu pensamiento” puesto que “todas las noches llueves, todo el día / abres mi pecho con tus dedos de agua, / cierras mis ojos con tu boca de agua.” Siendo el agua también purificación y medio para adentrarse en el estado onírico, para estar y no estar.
En la segunda parte del poema, el escritor hace aún más evidentes las intenciones discursivas con su memoria, en torno a ese “río del pasado” y su correlación con él:

No se detiene nunca su carrera
y yo, desde mí mismo, lo despido.
¿Huye de mí el pasado?
¿Huyo con él y aquel que lo despide
es una sombra que me finge, hueca?

De manera retórica, podemos encontrar que el poeta se encuentra en constante autorreflexión, en donde él se aleja de su recuerdo y viceversa, en un espacio en el que se libera de las aprensiones a las que sus dudas llegan: “Quizá no es él quien huye: yo me alejo / y él no me sigue, ajeno consumado. / Aquel que fui se queda en la ribera.” De esta forma logra encontrarse en una situación de espejo, donde la ausencia y la indiferencia coexisten, pues a pesar de verse, no es él y ni el “yo” que contempla su imagen es capaz de redimir la incertidumbre de sus días; de esta forma el poeta se separa de sí mismo y de sus recuerdos.
En la tercera parte, Paz, de forma introspectiva indaga sobre su propia percepción estética del tiempo y las “identidades” que se han formado como resultado de aquellos fragmentos del pasado que ahora contempla. En un plano abstracto, él ya no mira los recuerdos desde lo profundo de su memoria, sino que lejos de la remembranza, observa a ese otro “yo” que vivió dichos acontecimientos y que no es el “yo” que se encuentra inmerso en sus recuerdos:

No hay antes ni después. ¿Lo que viví
lo estoy viviendo todavía?
¡Lo que viví! ¿Fui acaso? Todo fluye:
lo que viví lo estoy muriendo todavía.

En este momento discursivo, aquel recuerdo de la primera parte ha pasado a un plano secundario, como una justificación para adentrarse a un plano interno en donde el poeta reflexiona sobre el tiempo y su relación con él. Para Paz, desde su contemplación interna “no tiene fin el tiempo” y engaña, aparenta y simula los aconteceres malos y buenos, en un lugar en donde hay “puertas que dan a nada y nadie cruza”.
En los últimos versos, como resultado de su introspección al preguntarse quién es y hacia dónde se dirige, medita sobre su desolador destino, debido a que para él Dios está distante, restringido en algún lugar lejos del hombre profano:

Sólo el silencio lo despierta.
Cuando se calle todo y ya no canten
la sangre, los relojes, las estrellas,
Dios abrirá los ojos
y al reino de su nada volveremos.

El poema “Cuarto de hotel” es un conjunto de reflexiones sobre el sentido de la vida, de la dignidad, el sentir y las preocupaciones del hombre. Sus versos luminosos y naturales —acaso oceánicos, tropicales— logran plasmar las interrogantes trascendentales de nuestra existencia, en donde las soledades, el deseo, el amor y la realidad, condensan su obra poética como registro de un escritor apasionado por la importancia del ser consciente en su contexto.



REFERENCIAS
Paz, Octavio. Bajo tu clara sombra. (1935-1938). México: Tierra Nueva. 1941.
Paz, Octavio. Libertad bajo palabra. (Obra poética 1935-1953). México: FCE. 1960.
Paz, Octavio. Piedra de Sol. México: Tezontle. 1957