Vuela
la paloma en lo alto. Sus ojos contrastan el cielo y se convierte en su
reflejo, en el cielo mismo. Lleva consigo lo que pareciese una bola de
migajas de pan en su desgastado pico. Se detiene en un matorral mientras
divisa una oruga de colores dorados en el hombro de una mujer, levanta
su pecho color crema y con un chillido que pronostica la muerte de la
oruga, se dispone a realizar el asesinato del día. Como si fuese un acto
de trueque, la paloma deja la bola en el hombro de aquella mujer y con
un impulso que le provoca sacrificar dos de sus plumas toma a la oruga y
se esfuma con el azul y blanco del cielo.
La mujer, sorprendida de
aquel suceso que conspiraba con su tranquilo caminar, decide voltear a
su hombro en donde yacía aquella bola blanca que dejase el reflejo del
cielo. Detuvo su andar y al revisar con indiferencia aquella bola, como
el estruendo de un cañón le sorprendió en un instante su respiración y
le provoco fuertes latidos; aquella bola también le arrebato una sonrisa
y un suspiro. Y como si fuese algo que el viento le hubiese mandado,
arrojo al aire aquella bola en respuesta de aquellas sensaciones
provocadas.
Aquella esfera extraña era un pedazo de papel con las palabras:
Vuela
la paloma en lo alto. Sus ojos contrastan el cielo y se convierte en su
reflejo, en el cielo mismo. Lleva consigo lo que pareciese una bola de
migajas de pan en su desgastado pico. Se detiene en un matorral mientras
divisa una oruga de colores dorados en el hombro de una mujer, levanta
su pecho color crema y con un chillido que pronostica la muerte de la
oruga, se dispone a realizar el asesinato del día. Como si fuese un acto
de trueque, la paloma deja la bola en el hombro de aquella mujer y con
un impulso que le provoca sacrificar dos de sus plumas toma a la oruga y
se esfuma con el azul y blanco del cielo.
La mujer, sorprendida de
aquel suceso que conspiraba con su tranquilo caminar, decide voltear a
su hombro en donde yacía aquella bola blanca que dejase el reflejo del
cielo. Detuvo su andar y al revisar con indiferencia aquella bola, como
el estruendo de un cañón le sorprendió en un instante su respiración y
le provoco fuertes latidos; aquella bola también le arrebato una sonrisa
y un suspiro. Y como si fuese algo que el viento le hubiese mandado,
arrojo al aire aquella bola en respuesta de aquellas sensaciones
provocadas.
Aquella esfera extraña era un pedazo de papel con las palabras:
"No hoy, no mañana, en donde quiera que estés, siempre deseare tu felicidad y nunca te olvid..."
Emman.